martes, 25 de diciembre de 2012

LOS SOLTEROS

Antonio Sánchez Portero

ANO: 1961
Los Solteros. Novela Corta
Autor:
Ano:
Descripción:
Calatayud. 1961 117 p. 8º mayor (20 cm) fatigado. cubierta desprendida. n2 (ref.28519) novela aragon

editorial: calatayud....

Los solteros. novela corta - antonio sanchez portero -


Calatayud. 1961 117 p. 8º mayor (20 cm) fatigado. cubierta desprendida. n2 (ref.28519) novela aragon

editorial: calatayud.
                Calificaciones del Libro: 5

lunes, 24 de diciembre de 2012

LOS POETAS ASESINADOS

BÍLBILIS POÉTICA
LA POESÍA SOCIAL DE LUIS ANDRÉS.
Por Antonio Villanueva. CPR de Calatayud.
Publicado en La Comarca, 4 de diciembre de 1998.
Traigo hoy a estas líneas la obra de Luis Andrés (1926, Calatayud) Los poetas asesinados, publicada por el Centro de Estudios Bilbilitanos en 1987. El pálpito social de este libro se trasluce desde el mismo título, que insinúa algo así como un clamor contra el martirio de la poesía. Temática social que no es, ni mucho menos, novedosa, aunque sí lo sea —y mucho, originalísima y personal— la forma de presentárnosla. Porque el mayor logro de Los poetas asesinados es, en efecto, su compleja estructura lírico-narrativa.
Luis Andrés recurre a la ciencia-ficción, más propia de la narrativa que del verso, para ofrecernos su mundo poético, en el que entremezcla lo real y lo fingido: nos sitúa en el año 2058, ante un narrador llamado José María Sánchez Portero, nieto del célebre Antonio Sánchez Portero, quien halla un manuscrito en el que se cuenta el holocausto de los poetas asesinados "en Calatayud / en Zaragoza / en toda España". El arranque de la obra es, pues, típicamente narrativo: recurso al pergamino hallado por milagro y que el autor transcribe tal cual, tópico que ya está en el Quijote y que continúa hasta novelas de hoy, como El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Luis Andrés se vale aquí de una original mezcla de géneros literarios (narrativa, lírica) y, como veremos, también aúna tiempos, lugares y autores.
El poeta se inspira en el asesinato de García Lorca, suceso que actualiza en el calendario (julio de 1986, en vez de 1936) y en el espacio (Calatayud y no Víznar), multiplicándolo además (asesinato masivo de poetas). Intenta así vivificar la tragedia lorquiana, convertirla en mito, acercarla a su auditorio bilbilitano. El presente en que se publica el poemario es el año 1987, de ahí que Luis Andrés sitúe los homicidios de los poetas en esa fecha-símbolo de 1986 (es decir, en el "aquí y ahora" del lector y como recuerdo del trágico inicio de nuestra guerra fraticida). Pero además, al situar la narración en un futuro (año 2058) desde el que contemplar la actualidad de aquel momento (la década de los ochenta) con las claves simbólicas de lo acaecido en el ayer (la guerra civil), se consigue una perspectiva pancrónica que, junto a la pantopía (Calatayud-Zaragoza-España) convierte al poemario en un logrado collage de elementos diversos (géneros, lugares, fechas; incluso nombres, porque Luis Andrés cita primero a los poetas del 27: "Federico / Antonio / Miguel / Pablo / Rafael / Juan Ramón / ¿hace falta escribir sus apellidos?" y, después, a la generación poética bilbilitana, la de sus coétaneos y amigos: Verón, Callejero, etc.).
Esta hábil estructura lírico-narrativa, compleja y eficaz, es el marco de presentación de los versos del poeta, quien se duele por los amigos muertos, quejándose amargamente por la impunidad de los asesinos y por la indefensión de la poesía: "todos los días mueren asesinados gran número de poetas en las cinco partes del mundo", nos dice, condolido de ese "tácito acuerdo de los gobiernos de todo el mundo para hacer desaparecer la poesía, para erradicarla de la faz de la tierra". La evocación de los asesinados sirve, además, de ocasión para que Luis Andrés nos ofrezca una excelente y personal antología de la poesía bilbilitana, un réquiem maravillado para sus amigos muertos (afortunadamente, sólo en la ficción poética), donde comparecen los versos de Verón, Fernández Moros, Montón Puerto, Callejero, Mendoza Nieto, Raimundo Sierra e, incluso, del propio Luis Andrés, desdoblado en creador y antólogo de sí mismo. El poeta mezcla otra sangre en su sangre, funde sus versos con los de sus compañeros de oficio, "los hermanos de los perros", los parias, los maldecidos; pobres seres perseguidos y aniquilados. Y nos ofrece un panorama inolvidable del Parnaso bilbilitano.
En definitiva, un libro originalísimo por su estructura y su mezcla de elementos, que tiene el mérito de ser a la vez personal y colectivo, que denuncia el abandono de la poesía en un mundo material, que critica nuestro cainismo fraticida, trayendo hasta el presente los trágicos sucesos del ayer: el asesinato de un poeta, Lorca, convertido en símbolo del destino. El verso limpio de Luis Andrés —un verso claro y coloquial, que se basa en las repeticiones, en los paralelismos, en el impacto directo sobre el lector— actualiza la percepción de los horrores de la guerra. Y nos recuerda, una vez más, que la historia se repite: "La historia es un cuchillo, la hoja de un cuchillo / que se te entra en el alma con un sabor metálico". Los hechos del pasado vuelan hasta el hoy ("Porque todo esto sucederá. / Porque todo esto ha sucedido. / Porque todo esto está sucediendo / está sucediendo / está sucediendo"). Voz social, potente y estremecida, que grita contra el desgarro de la existencia y el desamparo de la causa poética. Una causa que, a Luis Andrés, no le resulta indiferente.